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El nutriólogo y la prescripción de actividad física

Alejandra Huerta Arreola

No existe medicamento o tratamiento que pueda igualar los beneficios que tiene la actividad física en la salud de las personas. Este es indiscutiblemente un objetivo prioritario en salud pública, ya que el solo hecho de movernos más puede prevenir un sinfín de enfermedades, mejorar el bienestar y prevenir la mortalidad. Los nutriólogos conocemos muy bien que el ejercicio es uno de los pilares tanto en la prevención como en el tratamiento de las patologías que atendemos frecuentemente, tan importante como la dieta. Somos expertos en la prescripción de planes de alimentación, pero ¿entendemos cuál es nuestro papel en la actividad física?, ¿nos sentimos competentes para abordar el tema?, ¿sabemos prescribirla?

Empecemos por la primera pregunta: ¿nos toca a los nutriólogos prescribirla?

Las guías clínicas al respecto son muy claras en cuanto a los minutos de actividad física que una persona debe realizar, y los parámetros a considerar para hacer una correcta prescripción, pero en realidad no hacen mención específica de los profesionistas que están facultados para hacerlo. Generalmente se habla del profesional de la salud en general o del personal en atención primaria. Los estudios que se han hecho al respecto revelan que el médico habitualmente no lo hace, quizá sí haga mención de la importancia de aumentar la actividad física para la salud, pero rara vez incluye este aspecto en su prescripción formal. Por su parte, el licenciado en cultura física y deporte o en ciencias de la actividad física sería el profesional idóneo, y recientemente ha ganado presencia en el ámbito del entrenamiento deportivo y la docencia, pero aún no es muy común que sea un consultor en materia de salud para pacientes sanos o con patologías. Por lo tanto queda el nutriólogo, que en mi opinión sí debería tener las competencias necesarias para hacer una correcta evaluación, prescripción y monitoreo de la actividad física. Ojo, que esto no es lo mismo que dar rutinas, supervisar entrenamientos, impartir clases de fitness o planear macrociclos sin tener la preparación adecuada, estamos hablando en este caso de recomendar actividad física como parte de una vida saludable.

La gran mayoría de las personas pueden iniciar o progresar en un programa de actividad física formal sin necesidad de una evaluación previa. Los pacientes que se consideran de alto riesgo, son aquellos que tienen síntomas concretos de enfermedad cardíaca, renal o diabetes, quienes sí requieren una evaluación médica antes de iniciar.

Para hacer recomendaciones de actividad física, el Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM) recomienda estos 3 lineamientos:

  1. Todas las personas deben practicar de 30 a 60 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o mayor, al menos 5 días por semana.

  2. Se obtienen beneficios adicionales si se aumenta el tiempo de actividad moderada o si se sustituye por actividades de intensidad más vigorosa.

  3. Incluir actividades de fuerza como mínimo 2 veces por semana. También se deben incluir actividades de flexibilidad y coordinación neuromotora.

La recomendación debe partir de los antecedentes evaluados en la historia clínico nutricia. En pacientes sedentarios se puede empezar por 15 minutos de ejercicio continuo 3 veces por semana e ir incrementando gradualmente. Un objetivo independiente al de aumentar la actividad física es disminuir el tiempo de sedentarismo, y esto se puede hacer a través de diversas estrategias como pausas activas, poner la alarma para ponerse de pie cada determinado tiempo, estiramientos sencillos en la oficina, etc.

Para personalizar la prescripción de actividad física se recomienda utilizar el acrónimo FITTpro:

  • Frecuencia: Número de sesiones por semana o por día.

  • Intensidad: Leve, moderada, vigorosa o máxima. Se pueden usar diferentes instrumentos como la escala de Borg, la frecuencia cardiaca o las zonas de esfuerzo.

  • Tipo de ejercicio: Aeróbico, de fuerza, flexibilidad, específicos (ejemplo: para el piso pélvico) o pausas activas.

  • Tiempo: Cantidad de minutos a destinar a cada actividad.

  • Progresión: Indicar en qué parámetro y cada cuánto tiempo se va a progresar, si en frecuencia, intensidad, tipo o tiempo.

Por ejemplo, una prescripción concreta de actividad física para una mujer embarazada  podría verse así:

Lograr la práctica habitual y suficiente de actividad física es una responsabilidad compartida entre profesionales de la salud, pacientes, sociedad y autoridades, pero el nutriólogo puede ser un actor fundamental si adquiere las competencias necesarias. No es difícil, solo hay que conocer las particularidades de la actividad física en las poblaciones que atendemos, perderle el miedo, y claro, poner el ejemplo siendo activos.

Recuerda que en Nutrify puedes registrar tu prescripción de actividad física o ejercicio, así como incluirla dentro del monitoreo de objetivos diarios.

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